Cuando hay dificultades en el camino de la vida siempre hay razones (pueden ser varios y de diferentes causas) y por lo menos hay un “objetivo de propósito” y en el camino se presentan “múltiples oportunidades” de parte de Dios para madurar y crecer.
Al ser humano y también al cristiano, le cuesta mirar con suficiente distancia las situaciones y las causas que provocan las mismas. Muchas veces nos autodeclaramos de inmediato como “víctimas”. La Escritura dice que debemos enfrentar y resolver las dificultades para la honra de Dios.
¿Por qué sucede el conflicto y la dificultad?
Pueden ser: desacuerdo sobre valores, creencias, tradiciones, propósitos, metas, programas, métodos o desacuerdos sobre quién debiera tener el poder. Los conflictos también pueden darse, por sentimientos de falta de apreciación, reconocimiento, apreciación o trato injusto.
También podemos ver que el conflicto no necesariamente es negativo.
¿Cómo manejamos el conflicto? y ¿qué pretendo lograr en medio del problema?
Siempre hay razones por las cuales no deberíamos evadir el conflicto: Cuando los cambios necesarios no se llevan a cabo, o cuando el resentimiento y el descontento puede acrecentarse.
Las dificultades pueden ser dolorosas y aceptadas, pero las preguntas del por qué son necesarias registrarlas, así como reconocerlas objetivamente.
Muchas dificultades que se nos aparecen en el ministerio y en el discipulado “al lado del maestro Jesús” son consecuencias de algo y no aparecen de la nada.
Otras simplemente son ataques del mundo invisible y no se relacionan directamente con uno mismo, con las consecuencias de decisiones o las circunstancias de la vida.
Es bueno iniciar la investigación y evaluación bajo oración y lectura bíblica. El manejo del conflicto y de las dificultades puede ser acompañado mientras buscamos consejo de otros consiervos, y sobre todo consejo en la Escritura y en oración.
Cuando las cosas no se dan como uno mismo ha planificado y cuando las vidas y ministerios parecen oscuros nunca hay que olvidarse de las cosas que comprendemos y recibimos “estando en la luz” porque Dios en los tiempos de oscuridad pide “la prueba de confianza” sobre lo que le prometemos, un estando conscientes y iluminados delante de él.
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