En la última fila de las bancas de una iglesia se encuentra Sofía. Llegó tarde al culto tratando de evitar el saludo de la gente y el tiempo de ministración; minutos antes que termine el culto, se levanta de su lugar y sale rápidamente. Hace unos meses, Lucia regresó de su viaje misionero, pero el choque cultural, las expectativas frustradas y la tristeza de haber dejado el campo la hacen huir y la mantienen distante de la gente. Sabe que tiene que hablar con alguien sobre lo que está sintiendo pero no sabe con quién.
Carlos, por el contario lo maneja diferente. Él está ansioso por contarles a todos lo que ha estado haciendo en las misiones, ha preparado todos sus reportes, se ha contactado con todos los apoyantes y ha pactado citas desde el momento que se bajó del avión pero, después de tres semanas seguidas ha quedado exhausto. Ahora se encuentra irritado, enfermo y con poco tiempo para estar con su familia.
Ira, resentimiento, soledad, tristeza, depresión, cansancio extremo son algunas de las emociones que puedes experimentar cuando vuelves a casa por un tiempo de descanso o para quedarte del todo. Las iglesias enviadoras y la agencia tienen un gran compromiso en velar por tu cuidado, pero hay una parte que es totalmente tu responsabilidad como misionero. Jessie Scarrow dice que los misioneros necesitan conocer sobre los procesos de reinserción. “Necesitan saber qué esperar, cómo identificar lo que les está sucediendo, cómo tomar medidas para afrontarlo y necesitan estar dispuestos a pedir la ayuda que requieren”. Muchas veces la iglesia no sabe cómo tratar a los misioneros, por eso, una buena manera de enseñarles es haciendo tu parte como misionero que regresa.
Algunas pautas de ayuda:
- Planifica y organiza tu tiempo: Usa tu agenda y programa las actividades que vas a realizar: descanso, visitas, rendición de cuentas, etc. Así, aunque hayan cambios, podrás tener una idea más clara del tiempo que dispones y de lo que te propusiste hacer.
- Anda con calma: No tienes que hacer todo en un solo día. Evita muchas citas al día y se realista sobre lo que puedes cumplir y lo que no.
- Descansa: No está mal tomar un tiempo para relajarte. Si antes de llegar a tu país de origen puedes hacer una parada en algún otro lugar lejos de casa (ya sea otro país o un club) esto ayudará a que asimiles mejor el proceso de reintegrarte.
- Dedica tiempo a tu familia y amigos: Aunque tengas muchas citas y pendientes que realizar no olvides cuidar las relaciones personales. Cultivar esa amistad con tu familia y amigos te ayudarán a no sentirte solo y a desestresarte. Si ustedes son una familia de misioneros presta mucha atención al comportamiento de tus hijos y cómo estos cambios les están afectando para que puedas brindarles la ayuda adecuada.
- Busca ser ministrado: No vayas sólo con la idea de dar sino también anda dispuesto a recibir. Habla sinceramente con tus pastores y líderes sobre las expectativas que tienes para que puedan ministrarte.
- Analiza, procesa y asimila tus experiencias en el campo realizando un debriefing (dar un informe de todo lo que has vivido durante tu ministerio). Este debrief lo puedes hacer con un facilitador de confianza, un pastor, líder o psicólogo cristiano. Encontrarás una pauta que puede servirte en nuestra pag.
- Cuida tu corazón: Es probable que tus tus amigos y familia no entienden al 100% todo lo que has vivido o no respondan como esperas. Trata de comprenderlos, ellos no han vivido la realidad que tú has experimentado. Evita resentimientos y no optes por aislarte.