“Cuando recién me mudé a India tenía solo 8 años de edad y estaba a punto de terminar mi tercer grado de primaria. En todo mi tiempo allá he estado en 3 colegios. El primero fue un colegio Metodista. Mi papá conocía a la directora, era hermana de la iglesia y nos abrió las puertas para estudiar ahí los primeros 6 meses.
Luego para 4to grado me pasé a un colegio Adventista. Y de 5to para adelante estuve en un colegio católico, “El Salesiano”.
Cada uno de estos colegios traía sus sorpresas y aventuras. Mi experiencia en el primer colegio fue tremenda. Aprendí mucho sobre ellos y el idioma. Me ayudó a adaptarme mejor mientras me relacionaba con otros niños de mi edad.
El segundo colegio Adventista, me ayudó a experimentar la realidad de la enseñanza en India. Fue allí donde por primera vez en mi vida, una maestra me pegó en la espalda de cólera porque no entendía lo que me trataba de decir. Los demás niños se reían al ver esto porque era normal para ellos. Los profesores tienen el derecho de hacerlo cuando quieren castigar a algún alumno. Es algo cultural y ellos lo ven bien.
Ellos adoptaron esta costumbre de los ingleses quienes los gobernaron por varios siglos. Finalmente en mi tercer colegio, El Salesiano, yo ya estaba adaptado totalmente a sus costumbres. Era uno más de ellos, si se podría decir así.
Aprendí a hablar bien el inglés, y ya leía y escribía el Hindi y Konkani y hasta cantaba el himno nacional de India perfectamente. A mi padre le gustaba hacerme esto delante de todos, me hizo cantar el himno nacional delante del director del colegio Salesiano, para demostrarle que era capaz de aprender y de adaptarme a una nueva cultura y que el hecho de ser un niño extranjero no era impedimento para aprender en colegios locales.
Hice muy buenas amistades, conocí a un montón de gente increíble y ahí solo estuve desde el 5to hasta el 9no grado (3ero Secundaria). Este colegio ofrecía muchos programas de deportes y arte. A mí me gustaba el Basquetbol y logré estar en el equipo del colegio. Nos llevaban a todos lados para jugar en competencias contra otros colegios del mismo estado y de otros estados también.
De todo esto uno puede guardar muchas buenas cosas. Experiencias como estas influyen mucho en el carácter de uno. Te hacen ver las cosas de distinta manera. Te vuelves más receptor con otras culturas y te ayuda a entender mejor a personas de otras costumbres. Todo esto ha sido gracias al amor que mis padres tenían hacia Dios y el esfuerzo que hicieron para apoyarnos con los estudios sin importar las barreras o el idioma. Dios siempre suple las necesidades de sus hijos y le doy gracias por la experiencia que me tocó vivir”.
Marko Aguirre, hijo de misioneros que sirvieron en India Los Aguirre
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