
A través del voluntariado, se buscan tener una relación de amistad genuina y brindar ayuda deseando siempre que la persona conozca a Dios.
Alejandro Poma y Marisel Rojas son una pareja de esposos argentinos sirviendo con JuCUM Ecuador desde hace tres años.
Si bien trabajan con el ministerio de alfabetización en la Selva del Ecuador, su ministerio se ha extendido de forma inesperada desde hace aproximadamente 1 año.
Desde mayo-junio del 2018, la cantidad de migrantes venezolanos llegando a Ecuador se ha visto duplicada.
Marisel fue movida por esta situación y oró para que también las personas cercanas a ella sintieran esa carga. Dios trabajó en sus corazones, poniendo una carga por este grupo.
Es así como nace este voluntariado en el terminal de buses. Lugar donde llegan miles de venezolanos y acampan en espera de ayuda para continuar su viaje hacia Perú o Chile.
La pareja junto con un grupo de voluntarios cristianos y no cristianos, suben a los buses, llevan platos de comida, kits de aseo, y brindan asesoría de viaje a los recién llegados.
“La mayoría llegaban caminando. Nos impresionó, nunca habíamos visto los pies de las personas tan lastimados, algunos llegaban solo en medias, otros descalzos porque los zapatos se le habían roto en el camino. Otros con heridas graves en los pies…”, dijo Marisel.
Es a partir de esta situación que empieza una segunda etapa: asistencia médica y búsqueda de refugio para las familias. Poco a poco más personas se sumaron a la causa ofreciendo sus casas por una noche.
Luego, se logró conseguir un albergue: La gran sabana. Asimismo, se recibió apoyo de brigadas médicas nacionales y extranjeras.
La pareja ha creado un grupo de What’s App llamado “Una mano para Venezuela”, donde agregan a personas que pueden ayudar orando, o dando dinero.
“Ha sido un milagro, porque es increíble cómo la gente ha donado para pasajes… En una semana se logró comprar 220 pasajes. Gente cristiana y no cristiana compraban 5, 10, 20 pasajes. Los que llegan caminando, han podido ver que los ecuatorianos y personas de otras partes del mundo, son generosos.”, dijo Marisel.
El grupo de voluntarios ha crecido, y la iglesia se ha sumado: llevando comida, anotando nombres, realizando la base de datos, consiguiéndoles trabajo momentáneo para enviar dinero a sus familias, ayudándoles con su adaptación cultural, etc. Alejandro también es barbero y ofrece sus servicios gratuitos. Les deja elegir el peinado que ellos desean tener, y así por 30 minutos puede compartir un tiempo con ellos y conocerlos mejor.
Si bien muchos cristianos aún se muestran reacios a la migración, la pareja de esposos nos recuerda: el migrante es nuestro prójimo y hacer voluntariado con ellos es una forma de evangelizarlos y hacer misiones estando en nuestro propio país. Aun Dios los puede usar para bendecir a otros, en su pase por otros países, llevando la Palabra... y aun cuando regresen a Venezuela.
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