
En el campo misionero, a menudo nos encontramos con personas que tienen curiosidad, pero poco tiempo para escuchar. Una pregunta casual como “¿Qué haces?” o “¿Por qué estás aquí?” puede ser la única oportunidad que tengas para compartir el amor de Cristo. Por eso, es crucial estar preparado con una respuesta breve, poderosa y centrada en la obra de Dios. Aquí te compartimos cómo hacerlo de manera efectiva, dando siempre la gloria a nuestro Señor.
1. Prepárate con un Resumen que Impacte
Cuando alguien te pregunte sobre tu ministerio, tienes solo un minuto o dos para captar su atención. Tu respuesta debe ser clara, apasionada y enfocada en lo que Dios está haciendo a través de ti, más que en tus propios esfuerzos. Por ejemplo, podrías decir algo como:
"Sirvo en [nombre del lugar o ministerio], donde Dios está transformando vidas al llevar esperanza a comunidades necesitadas. A través de nuestra labor, hemos visto cómo Él sana corazones, provee para los más vulnerables y abre puertas para que las personas conozcan Su amor. Mi mayor alegría es ser un instrumento en Sus manos para compartir el Evangelio."
Este tipo de respuesta no solo explica tu misión, sino que también señala a Dios como el verdadero protagonista, invitando a la persona a querer saber más.
2. Enfócate en lo que Dios Puede Hacer
Evita centrarte demasiado en los detalles logísticos o en tus propios logros. En lugar de eso, resalta cómo Dios obra milagros, cambia vidas y usa a personas comunes como tú para cumplir Sus propósitos. Por ejemplo:
"En los últimos meses, hemos visto a Dios obrar de maneras increíbles: familias que no tenían nada ahora tienen alimento y un techo, y muchos han encontrado paz al conocer a Jesús. Todo esto es obra de Él; nosotros solo somos Sus manos y pies."
Al hablar de esta manera, das testimonio del poder de Dios y plantas una semilla de fe en quien te escucha.
3. Incluye una Petición de Oración
Una forma poderosa de conectar con otros y animarlos a involucrarse es compartir una necesidad específica de oración. Esto no solo muestra tu dependencia de Dios, sino que también invita a otros a ser parte de la misión. Podrías decir:
"Te pido que ores por las familias que estamos alcanzando, para que Dios siga proveyendo para sus necesidades físicas y espirituales. También ora por nuestro equipo, para que tengamos sabiduría y fuerza para seguir sirviendo."
4. Da Gloria a Dios en Todo Momento
Recuerda que tu mensaje, aunque breve, puede ser el único encuentro que esa persona tenga con el Evangelio. Habla con humildad y gratitud, asegurándote de que todo apunte a la grandeza de Dios. Termina tu respuesta con una nota de alabanza, como:
"Todo lo que hacemos es para la gloria de Dios. Él es quien nos sostiene y quien hace posible cada pequeño milagro que vemos."
5. Haz que Quieran Saber Más
Tu objetivo no es contar toda la historia en un minuto, sino despertar curiosidad y abrir la puerta para una conversación más profunda. Una buena forma de cerrar es con una invitación:
"Si te interesa, me encantaría contarte más sobre cómo Dios está obrando en [nombre del lugar o ministerio]. ¿Te gustaría saber más?"
Un Mensaje que Puede Cambiar Vidas
Nunca subestimes el impacto de unas pocas palabras dichas con amor y fe. Ese minuto o dos que compartes puede ser el único mensaje misionero que alguien escuche en su vida. Por eso, ora para que el Espíritu Santo te guíe en cada conversación, y confía en que Dios usará tus palabras para tocar corazones.