“No es necesariamente explícito, sino que es el trabajo del artista como todos los demás trabajos. Todos estamos llamados a cumplir nuestros trabajos con integridad y excelencia.”
Harold Best, autor y artista
Valentina y Santiago Sosa, misioneros argentinos, estaban aterrorizados la primera vez que subieron a un escenario para tocar música en vivo en Estocolmo, Suecia.
“Por primera vez, mi esposo y yo interpretábamos. Estábamos asustados, pero llenos de la paz de Dios. Se hizo un silencio sobre la audiencia y sentimos que el Espíritu Santo tomaba el control”, dijo ella.
Esa noche vieron cómo otros artistas se conectaron con sus canciones buscando una conexión más profunda.
“En los últimos 6 años, Dios nos ha abierto puertas al ver la forma creativa de comunidad.
Los creativos (compositores, pintores, escultores, cocineros, poetas) son los que dan forma a la cultura en la que vivimos. Dios comenzó a mostrarnos que, si ministramos a artistas y vimos sus vidas transformadas por el Evangelio, entonces el arte y la música que crean comenzarían a impactar la cultura”, agregó Valentina.
Entonces comenzaron a filmar videos musicales y entrevistas con otros compositores, haciéndoles preguntas sobre su música, proceso de escritura y su inspiración. A cambio, comenzaron a abrir sus corazones e invitarlos a sus vidas.
“Dios nos mostró que tomar un interés genuino en otros artistas era la clave para formar parte de sus vidas. Mientras escuchamos sus historias con amor, a menudo nos preguntaban nuestra historia, un puente natural a las conversaciones del Evangelio”, dijo Santiago.
La música y el arte tienen la capacidad de unir a las personas.
La gente se reúne para ir a un concierto, escuchar a sus bandas favoritas, visitar galerías, ver obras de teatro y películas y comer platillos que han sido preparados por chefs creativos.
“En nuestra experiencia, muchos de los artistas que conocemos solo quieren pertenecer y ser parte de una familia. Una banda incluso le pidió a mi esposo que fuese el líder espiritual de su comunidad. Desde entonces, dos artistas de esa banda llegaron a la fe, y bautizamos a uno de ellos en nuestra bañera”, dijo Valentina.
Valentina y Santiago intentan crear un sentimiento de familia en su comunidad. Van a los conciertos de los demás, salen juntos y colaboran unos con otros al mismo tiempo que reflejan el amor de Dios.
“Alentamos a los artistas de nuestra comunidad a crear, compartir e inspirar.
Queremos que continúen trabajando en su oficio, que lo compartan y, al hacerlo, inspiren a otros, cambiando sus vidas en el proceso”, finalizaron ellos.
Dios continúa asombrándolos por cómo puede usar el arte y la música para llevar Su mensaje a los corazones. Han llegado a ver el corazón de un músico más duro abrirse y al artista más agnóstico querer conocer de Dios. No hay duda que el arte es un canal para el Evangelio.
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