
Un pastor sudafricano, Nicholás Bhengu, venía a Estados Unidos cada año para recoger fondos para su pobre iglesia en su país. Una vez, mientras estaba aquí, Dios le habló y le dijo, “No le pidas a los Estadounidenses dinero, sino regresa a tu país y recoge el dinero de tu misma gente.” Él dijo, “pero Señor, en mi iglesia solo tengo mujeres desempleadas y niños.
¿Es ahí donde esperas que lo obtenga?” El Señor le respondió, “Sí”. ¿Cuántos de nosotros hemos pensado que una iglesia de mujeres desempleadas y de niños es el lugar ideal para recoger fondos? El Rev. Bhengu le dijo al Señor, “lo haré, pero necesito que me muestres cómo”. El Señor le dijo que hiciera cuatro cosas:
- Regresa a casa y enséñale a las mujeres cómo cuidar a sus familias.
- Enséñales cómo evangelizar a sus esposos.
- Enséñales cómo trabajar con sus dos manos para ganarse la vida.
- Y enséñales a diezmar, darle algo de regreso a Dios en acción de gracias.
¿Cuál fue el resultado? Esa iglesia de las Asambleas de Dios se reúne anualmente para tener una conferencia en un fin de semana en un lugar llamado Thaba Nchu. ¡Hace algunos años recogieron una ofrenda de unos cuatro millones de Rands, que fue como un millón de dólares! ¿Cuántos de nosotros hemos estado presentes en algún lugar donde la ofrenda haya sido de un millón de dólares? Si ese ha sido el caso, ¿había sido esa iglesia una que estaba comprendida por mujeres desempleadas y niños?
Por Glenn J. Schwartz, misionero en África por más de 45 años.
Venciendo paradigmas
En los comienzos de los años 1970, en Kenia, el Dr. John Gatu pidió tiempo para ver si la iglesia Presbiteriana en el África Oriental podía sostenerse financieramente a sí misma. Fondos de Escocia eran regularmente traídos para pagar salarios, construir edificios y comprar vehículos. Después de que él llamó para que ese financiamiento externo se detuviera, la gente local empezó a construir sus propios edificios, comprar sus propios vehículos, pagar sus propios salarios y plantar nuevas congregaciones, todo con sus propios recursos.
Inclusive empezaron un fondo de pensiones para sus pastores, algo que se les habían dicho que no podría hacerse sin el financiamiento del exterior.
Luego, un día después de que la transición iba bien avanzada, supieron que había niños desamparados en las calles de Edimburgo, Escocia, de donde su sostenimiento había venido antes. En respuesta a esta necesidad, estos cristianos Kikuyu recogieron una ofrenda de 200,000 chelines kenianos (como $30,000 en ese entonces) para sostener a un orfanatorio en Escocia. Esta era la misma gente que dependía de Escocia para su subsistencia.
Por Glenn J. Schwartz
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